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sábado, 3 de febrero de 2018

Todo viaje tiene su foto, o casi siempre. Roma 2018.



Con el tiempo se va afianzando en mi cabeza, una idea. Cada viaje tiene su foto. No tiene por que ser la más representativa, ni la mejor (sea lo que quiera decir eso). Simplemente es una imagen que te llama, que te cautiva. Ese "milagro" volvió a suceder en el reciente viaje a Roma. Una ciudad que te desbordan sus edificios, sus esculturas, en definitiva su historia. Un pequeño motocarro, en una pequeña calle empedrada fue la imagen que me conmovió (evidentemente sin olvidar otras muchas ya conocidas, como "La pietat"), pero esa imagen era mía, yo la había descubierto, no era una imagen mil veces vista como la famosa escultura de Miguel Ángel. Ese motocarro me retrotraía a la infancia. Despertaba en mi vivencias del pasado. Enlazaba el presente, con el pasado y posiblemente con el futuro. 
El destornillador por dentro de la ventana, para impedir que se pudiera abrir, era poderosa, enlazaba con el neorealismo cinematográfico italiano. Enlazaba con mi juventud y las salas de cine. Con la insaciable necesidad de conocimiento de esa edad. 

1 comentario:

  1. Genial.
    El motocarro es otra especie en extinción. Este era el último de Alicante que tenía vado para él (plaza Nueva) pero que ya no existe: https://www.flickr.com/photos/eliasgomis/2620687628/in/photolist-4ZzH8s

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